Una estudiante estadounidense, violada y apaleada junto al intercambiador de Aluche



Los hechos ocurrieron el fin de semana del puente de la ConstituciĆ³n, muy cerca del intercambiador de Aluche. Sobre las 4 de la madrugada,
 el agresor se dirigiĆ³ a Andrea, de 27 aƱos, para ofrecerle su ayuda. «Me asegurĆ³ que podrĆ­a ayudarme a llegar a casa», cuenta, minutos antes de empezar a sospechar de la situaciĆ³n de riesgo que corrĆ­a: «Tan pronto como empecĆ© a percatarme de que podĆ­a estar en peligro, tratĆ© de irme». Sin embargo, no lo consiguiĆ³. El individuo se volviĆ³ con violencia hacia la estudiante, natural de Lindenhurst (una pequeƱa villa del estado de Nueva York), y le arrebatĆ³ el telĆ©fono. «Tengo tu mĆ³vil, no puedes llamar a nadie», llegĆ³ a decirle mientras la golpeaba con saƱa.El relato es estremecedor. Cuando Andrea Sicignano se subiĆ³ a un autobĆŗs para regresar a casa, los ojos de su violador se clavaron sobre ella. AsĆ­ hasta el final de la lĆ­nea, momento en que la joven, una estudiante norteamericana afincada en Madrid desde hace seis meses, comprobĆ³ que habĆ­a tomado el nĆŗmero equivocado. Era de noche y todo el pasaje, salvo ella y otro viajero, abandonĆ³ la zona a pie. El Metro estaba cerrado y tampoco habĆ­a rastro de ningĆŗn «bĆŗho». Perdida, la mujer se sentĆ³ en la parada para averiguar el camino de vuelta, lo que acelerĆ³ las ansias del que habĆ­a sido su «vigilante» durante todo el trayecto. «Me golpeĆ³ en la cara una y otra vez hasta que no pude pelear mĆ”s. Y me violĆ³», escribiĆ³ la vĆ­ctima dĆ­as despuĆ©s, en un loable ejercicio de valentĆ­a. El agresor ya estĆ” detenido.
Tal fue la brutalidad del ataque, que Andrea fingiĆ³ estar muerta: «CerrĆ© los ojos con la esperanza de que cuando los abriera se hubiera ido». Lo hizo, pero solo despuĆ©s de violarla y dejarla allĆ­ tirada con la cara ensangrentada. Como pudo, rompiĆ³ sus leggins -enganchados en sus zapatos fruto del forcejeo- y empezĆ³ a correr. DespuĆ©s de toparse con tres o cuatro coches, un turismo se detuvo. «La sangre me cubrĆ­a la cara, el pelo y la chaqueta», prosigue, no sin agradecer al conductor que atendiera su grito desesperado de auxilio: «Un tipo extraƱo, a quien nunca tendrĆ© la oportunidad de dar las gracias, llamĆ³ a la ambulancia y tratĆ³ de calmarme mientras esperĆ”bamos a que llegase».
Una mujer espera en una de las marquesinas del intercambiador de Aluche
Una mujer espera en una de las marquesinas del intercambiador de Aluche - GUILLERMO NAVARRO
Tras una primera observaciĆ³n, Andrea fue trasladada al hospital, donde los mĆ©dicos le practicaron un examen forense para casos de violaciĆ³n, ademĆ”s de una resonancia magnĆ©tica y otro anĆ”lisis exhaustivo en uno de sus ojos, hinchado tras la paliza. Su nariz estaba fracturada y tenĆ­a moratones y araƱazos por todo el cuerpo. La PolicĆ­a Nacional abriĆ³ una investigaciĆ³n que, segĆŗn confirmaron ayer fuentes de la investigaciĆ³n, dio sus frutos el 12 de diciembre. Los agentes detuvieron a un hombre en Carabanchel, de 35 aƱos y nacionalidad espaƱola, identificado por la vĆ­ctima en una rueda posterior de reconocimiento. Cuenta con nueve antecedentes, aunque ninguno por delitos de Ć­ndole sexual. DĆ­as antes, la estudiante habĆ­a regresado al intercambiador para reconstruir la escena. Encontraron algunas de sus pertenencias y restos de sangre en la acera.

CampaƱa de ayuda

Con el agresor entre rejas, Andrea visionĆ³ con estupor las imĆ”genes de la cĆ”mara instalada en el autobĆŗs. «Me estuvo mirando todo el viaje», advierte, convencida de que la brutal agresiĆ³n podĆ­a haberle costado la vida: «Nunca pensĆ© que me pudiera pasar algo asĆ­. He estado viajando por mi cuenta durante aƱos, en todo tipo de paĆ­ses y ciudades». La estudiante, que se define como una mujer «fuerte, inteligente e independiente», tiene claro que nada de eso importa «cuando estĆ”s a merced de un hombre que quiere hacerte daƱo». Por ello, ha creado una iniciativa en la pĆ”gina de «crowdfunding»GoFundMe para ayudar a otras vĆ­ctimas de agresiĆ³n sexual. En apenas dos dĆ­as ha recaudado mĆ”s de 4.000 dĆ³lares.

La joven, que esa noche habĆ­a salido a disfrutar de un espectĆ”culo de flamenco junto a un amigo, aƱade en su relato que su mayor fortuna ha sido poder escribirlo: «No voy a dejar que esto rompa mi espĆ­ritu. Hablo en nombre de cualquiera que haya experimentado este infierno y de aquellas cuyas voces han sido silenciadas. Las cosas deben cambiar». Palabra de Andrea.